Es indudable que en España hay talento y creatividad de sobra en cualquier ámbito de la producción artística, y, lógicamente, también en el mundo del diseño de moda. Además, nuestro país puede presumir de un saber hacer artesanal único en muy diversas disciplinas (que convergen en la puntada, la costura como recurso), un conocimiento que se ha transmitido durante siglos de generación en generación.
Diseño fascinante y cuidada elaboración artesanal siempre han constituido la esencia de muchos y muy diversos proyectos de costura que han tenido y tienen lugar a lo largo y ancho de la geografía española, y son, sin duda, los artífices de una producción con un enorme potencial.
Sin embargo, durante las últimas décadas, los clientes potenciales -llamados a encarnar ese talento, a vestir sus creaciones- han comprobado cómo la “moda rápida”, facturada en masa en fábricas lejanas, se ha ido imponiendo, con la consiguiente pérdida del atractivo que provoca la inmediatez de una producción automatizada exprés a precios bajos. Junto a ello, la preocupación del mercado por elementos intangibles (estrategias que anteponían la “marca” al buen hacer), ha podido ejercer de freno para descubrir y valorar lo que envuelve su proceso de creación, que es precisamente el que construye dicha marca.
Por su parte, la tradición artesanal en España ha chocado en muchas ocasiones con ciertos prejuicios que impone el folclore y que han impedido reconocer su calidad y su prestigio, aunque, curiosamente, muchas firmas internacionales de moda sí han logrado identificar esos valores artesanales con su propio ADN y con el concepto de lujo en general.
Pero, en los últimos tiempos, precisamente es el público, el cliente, el que reclama una vuelta a la calidad y al diseño, elementos que deberían ser inherentes a toda creación de moda. Y también ese mismo público muestra, cada vez más, un creciente interés por las tradiciones autóctonas, una demanda de piezas con una historia propia y una personalidad única…. con “alma”. El cliente vuelve, pues, a sucumbir a la fascinación de esas prendas donde se aprecia la mano del costurero, el ingenio, la sensibilidad y la pericia del creador.
El contexto actual presenta una oportunidad más que propicia para llevar a buen término la necesaria reconciliación del potencial creativo y el saber hacer con ese interés y esa demanda. Es el momento de superar una desconexión que limita el potencial de éxito comercial de nuestros creadores y pone en riesgo, además, la pervivencia de las tradiciones y la emergencia de nuevas vocaciones, y que frustra las expectativas de satisfacción de muchos clientes potenciales que buscan productos de excelencia y se preocupan, además, por su origen y quiénes están detrás de ellos. La costura española tiene pendiente materializar ese reto.
Es necesario, pues, construir un puente que, interpretando y actualizando la tradición, conecte esa excelencia con la demanda de productos únicos en calidad y diseño. Desde una plataforma común, uniendo esfuerzos, pueden conectarse esos dos ámbitos en un círculo virtuoso de mutuo enriquecimiento. Por esta razón, nace “Costura de Autor”.